Según cuenta un famoso proverbio japonés, las personas tenemos tres caras diferentes. Pero ¿cuáles son esas tres caras de las personas?
La primera es la cara que mostramos a los demás. Es la imagen que mostramos al mundo, cómo deseamos que nos vean, cómo nos “moldeamos” ante el resto. Este primer rostro más superficial es el que usamos para relacionarnos con los demás. Puede ser muy diferente a nuestro verdadero rostro. Con él intentamos adaptarnos a lo que los demás esperan de nosotros… No es que mintamos, sino que intentamos moldearnos para “encajar” en nuestros entornos.
La segunda cara, es la que mostramos a la familia y los amigos más cercanos. Frente a ellos, por la confianza que nos otorgan, perdemos el miedo y esa necesidad de mostrarnos diferentes. Nos acercamos algo más a nuestro verdadero yo, pero sin terminar de mostrarlo por entero.
La tercera cara es la que nunca mostramos a nadie. Es nuestro yo oculto, misterioso y profundo. Es el rostro más fiel a quién somos en realidad. Es la cara que no terminamos de mostrar por entero a los demás. Encierra heridas, secretos, traumas, historias pasadas… Esconde miedos, frustraciones, deseos que jamás revelamos al resto. Ese rostro es el verdadero rostro de las personas, el que realmente podría definirnos de forma más exacta, pero también es el rostro que guardamos con celo. Solo nosotros mismos somos capaces de verlo. Y a veces, ni eso…
Nuestras caras tienden a develarse cuando nos enfrentamos a circunstancias impredecibles, de estrés o inesperadas; es decir circunstancias que salen de nuestro control. Quedamos desenmascarados hacia los demás, pero también nos permiten ver aspectos de nosotros mismos que desconocíamos.
Esas caras, también llamadas máscaras, sirven de defensa al yo interno. Ese que no puede estar tan expuesto, pero tampoco tan encubierto. Lo ideal siempre será un equilibrio. Conocernos, conocer nuestro pasado, sanar heridas y resignificar experiencias, es la clave que nos permitirá ir por la vida más plenos y sin tantas cargas y cosas que esconder.
De ahora en adelante, cuando estés frente a una persona, trata de ver más allá de eso que te muestra y se amable. Evita juzgar sin conocer, pues nunca sabemos las batallas internas de libran los demás.