Hace tiempo, una anciana llamada Rabiya, muy querida en un pequeño pueblo, comenzó a buscar algo en la calle. A todos les gustaba la compañía de Rabiya, y solían contarle sus problemas porque siempre les daba buenos consejos. Las personas que la vieron se acercaron y preguntaron:
– ¿Qué buscas, Rabiya? ¡Te ayudaremos!
– Oh, sois muy amables. Se me cayó una aguja.
– ¿Una aguja? Será difícil, pero te ayudaremos- contentaron sus vecinos.
Entonces todos empezaron a buscar la aguja, pero no encontraban nada. Entonces, preguntaron:
– Rabiya, ¿no recuerdas por qué zona de la calle se cayó la aguja? La calle es muy larga y eso ayudaría a acercarnos más a nuestro objetivo. Además, está a punto de anochecer y ya no tendremos luz para buscar.
– Oh, el caso es que no se me cayó en la calle, sino en mi casa.
– ¿Cómo? Entonces… ¿por qué buscamos aquí algo que no podremos encontrar?
– Es cierto, eso me pregunto yo… No sé por qué siendo tan inteligentes, malgastáis esa inteligencia cuando se trata de buscar la felicidad. No sé por qué andáis buscando siempre la felicidad en la calle y lejos de vosotros en lugar de buscarla donde la perdisteis… en vuestro interior.
Y sonriendo, Rabiya se dio media vuelta y entró en su casa, dejando una profunda reflexión en todos sus vecinos.
La gran moraleja de este cuento es “Sé inteligente y no busques la felicidad lejos de ti, es posible que la hayas perdido dentro”
¿Cuántas veces hemos buscado fuera lo que debíamos buscar dentro? Nos pasamos media vida buscando en la calle esa aguja que se encuentra en nuestro hogar, en nuestra casa interna.
Buscar algo que perdimos en el lugar en dónde lo perdimos es lo más inteligente que podemos hacer. Buscarla en otro lugar, no. Da lo mismo que sea una aguja, una emoción o incluso de algo tan abstracto como la felicidad, lo más normal es buscar dentro de nosotros, y no fuera. Hablar con nosotros mismos es necesario para encontrarnos y conocernos más. Esto nos ayudará a darnos cuenta de nuestros actos, de nuestras limitaciones, de nuestras virtudes, del manejo de nuestras emociones, etc. Pues conocernos es la clave para aceptarnos y de esta manera liberarnos de aquello que nos limita.